28 de abril de 2011

Un instante en la vida, la vida en un instante

La vida se vive en un instante, es tan solo un instante la vida…

En un instante somos concebidos, y es un instante maravilloso el milagro de abrir por vez primera los ojos y sentirnos vivos…

Crecer se aprende a cada instante y en ese proceso, se camina, se levanta y se cae, dándole sentido a cada paso y a lo que vivimos en cada uno de nuestros instantes…

Es un instante de triunfo y libertad los primeros pasos que se dan, son únicos y fugaces los instantes en que padres e hijos comparten y fortalecen sus lazos de amor filial.

Se disfruta el instante en que se ofrece y se recibe un abrazo y parecen fugaces o eternos los instantes en que podemos reír o llorar. Se puede ganar o perder, herir o sanar, salvar o destruir una vida en tan solo un instante.


Son instantes únicos y maravillosos los que compartimos con los amigos; es un instante sublime y mágico el beso de amor que se da; son fuerza y alegría los detalles que se renuevan a cada instante; surgen muchos instantes que a diario se nos ofrecen, pero no los vemos y se nos van.

Hay sentimientos que surgen en tan solo un instante, se hacen eternos conservándose nuevos en cada detalle que se puede ofrecer en tan solo un instante; pero hay otros que no logran consolidarse, son efímeros, surgen y se van casi que sin darnos cuenta, se nos escapan en un instante…

Estamos rodeados y sumergidos por muchos instantes en que Dios se nos manifiesta y expresa su amor; son instantes inundados de pequeños y grandes milagros que se convierten únicos y fantásticos, se encuentran escondidos en lo más sencillo y pequeño, en aquello que para descubrirlo no necesitamos tanto tiempo, solo un instante de nuestro tiempo.

Y aún así nos quedamos aferrados a tantas situaciones y condiciones que dejamos pasar; tantos instantes llenos de plenitud.

24 de abril de 2011

Que dificil es...

Porque hay cosas que aunque suenen muy sencillas y se vean diferentes sentados en otra silla muy lejana a la realidad, cuesta demasiado hacerlas vida o poderlas realizar; porque implica más que situaciones vanas, remover, romper, sanar, transformar o deformar....

Pronunciar palabras que aunque sentimos, casi nunca las decimos, un “te quiero” o “te perdono”, un “lo siento”, o “ya no te quiero igual”, “perdóname”, “no quiero perderte”, “te necesito” o “no puedo más”, “no me dejes” “me preocupé por ti” “volvámoslo a intentar ” “dame otra oportunidad”; tantas frases que aunque pequeñas, dicen mucho más que lo que a simple vista se puede vislumbrar...

Dar ese paso que nos llevaría a acercarnos a quien estando tan cerca, vemos demasiado lejano cada día; abrir esa puerta que un día se cerró, porque alguien entró en nuestro interior, lo quebrantó y emprendió la huída; vencer ese miedo que se instaló, en el preciso momento en que sucedió aquello que para siempre nos marcó; arrancar la espina que se clavó en lo más profundo de nuestro corazón, borrar del pensamiento aquello que se vivió y que en nuestra historia personal escrito quedó y se inmortalizó, sacar de nuestra vida a ese alguien que fue tan especial y aunque nos hizo llorar, un pedazo de nosotros mismos se llevó.

Qué difícil suele ser y hasta imposible ha de parecer, expresar con palabras lo que siente el corazón, contener una lágrima para que no delate lo que hay en nuestro interior; vencer la risa en un momento de mucho formalismo y seriedad, levantarse al caer de la nube más alta, volver a confiar cuando alguien en quien creíamos tanto nos defraudó y nos decepcionó; parar cuando debemos decir stop y no continuar para darnos cuenta que por nuestros impulsos la supimos embarrar y la vida de un giro y como consecuencia a lo que hicimos nos cambió.

Qué difícil es recuperar aquello que se perdió, hacer que las cosas vuelvan a ser igual cuando mucho tiempo ya pasó, reinstalar la magia y el encanto que alguna vez en la relación existió, dejar el papel como estaba antes cuando en un instante de irá se arrugó, se pisoteo y en mil pedazos se rompió... Contestar esa llamada que cuando timbra desgarra el alma, hacerse invisible para que extrañe y valore aquel que acostumbrado a nuestra presencia actúa como si no existiera nadie ni hubiera nada.

Puede parecer demasiado sencillo, cuando al dar un consejo o analizarlo desde afuera lo decimos; pero solo el que está jugando en la cancha sabe como va el partido, y aquel que está en el campo de batalla es el que sale vencedor o vencido.

Es difícil pero no imposible lograr todo aquello que aquí digo.

a unique obsession