10 de febrero de 2011

TODO O NADA.

Porque muchas veces, todo puede ser nada y nada lo podría implicar todo… Arriesgarlo todo, podría ocasionar quedarse sin nada… y no hacer nada cuando debería hacerse algo, significaría quizás perderlo todo… Sentir que se tiene todo, es tal vez creer que no se necesita nada y experimentamos tanta seguridad que nos aferramos a ciertas cosas, circunstancias, personas y tiempos, confiándonos y acomodándonos en eso, hasta que nos llega el momento en que abriendo los ojos, nos demos cuenta que creyéndolo poseer todo, estábamos abrazados a nada…

A simple vista y por las apariencias, nos detenemos ante quienes creemos que la vida no les ha dado nada, pero realmente se sienten bendecidos y se gozan de todo lo que a diario reciben, desde lo más pequeño y sencillo… y aquellos que creemos que lo tienen todo y hasta envidiamos por lo que en ellos descubrimos, en el fondo experimentan vaciedad y sufren porque no poseen nada que los llene y les haga sentir paz. Así mismo, querer entregarlo todo sin guardarse para sí mismo nada, nos da la esperanza de recibir mucho más sin esperarlo… Es la realidad del todo o nada, es el riesgo que a diario corremos en ese dilema de entender lo que significa en muchos instantes de la vida.

Hay quienes creen sabérselas todas, pero realmente no comprenden nada; dicen mucho y tanto que no logran expresar mayor cosa… y otros en su silencio prudente, pasando desapercibidos, pareciera mucha veces como si nada hubiesen entendido, pero son los que realmente todo lo han asumido.

Ofrecer un abrazo y una sonrisa puede ser nada, pero para alguien puede significarlo todo; dar ese paso tan pensado, decir si o no, pronunciar aquello que cuesta tanto pero que otro necesita escuchar, podría ser nada pero lo podría implicar todo… sentirnos nada es tal vez sin darlo cuenta entregarlo todo; creernos el todo es no querer asumir que realmente somos nada… así es esto, por eso debemos estar muy atentos, porque la vida da muchas vueltas y hoy quizás podremos experimentar que tenemos todo y confiarnos en ello, y mañana tal vez las cosas cambien y no nos quede nada de eso.

Entonces, ¿qué es realmente todo o nada?... es una metáfora de la vida, es sentir alguna vez que tuvimos y dimos todo, y otras veces que no tenemos ni recibimos nada… es creer que quizás sin dar nada, un Amigo nos ofrece todo, es la capacidad de no medir ni comparar, simplemente estar abiertos a recibir y a entregar, es valorarlo todo, es no aferrarnos a nada, es vivir cada día como si no tuviéramos nada más y disfrutarlo todo; es saber y entender que un día todo puede ser nada y nada puede ser todo…

2 de febrero de 2011

No dejes que me acostumbre

Es la costumbre uno de los enemigos más grande de cualquier sentimiento y relación; porque por acostumbrarse se enfría el alma y se acomoda el corazón. Hay por eso quienes se acostumbran y mal acostumbran en el dar o recibir, son los sostenidos o los que sostienen, los que entregan o solo se aferran a lo que tienen.

Por eso… no dejes que me acostumbre a tu presencia y no siga buscándote porque sé que aunque digas o no digas nada estás ahí; no dejes que me acostumbre a tus silencios y ya no te extrañe, porque si me acostumbras a tu ausencia no me hará falta estar junto a ti y cuando regreses quizás alguien más habrá ocupado ese lugar que sentí vacío cuando te acostumbraste a mantenerte distante y callar.

Muchos se acostumbran a lo que tienen sin saber realmente lo que poseen, hasta que por estar acostumbrados a tenerlo lo pierden y se lamentan de no poder volver a poseerlo. No dejes que me acostumbre a lo que sientes ni quiero que te acostumbres a lo que siento por ti, porque se acabarán los detalles, y será solo costumbre este sentimiento que por acostumbrarse puede morir.

No dejes que me acostumbre a mantenerme ausente, no quiero sentir que te da igual si me pierdo o he de aparecer; es valioso sentir que alguien nos extraña, que espera con ilusión el instante en que hablaremos de nuevo o nos podemos volver a ver. No te acostumbres a que sea yo quien todo lo sostengo, ni quiero acostumbrarme a que lo sientas tu responsabilidad, porque tarde que temprano nos agotaremos, alguien aquí soltará todo y va a renunciar…

No dejes que me acostumbre a que no tienes tiempo, ni permitas que me conforme con lo que podemos dar, no dejes que todo lo entienda; no hay necesidad de exigir más de la cuenta, se puede renovar de muchas maneras cada momento y vivir cada día como si fuera la primera vez o la última oportunidad que se nos da.
No nos acostumbremos a que solo uno de el primer paso, que pida perdón, que rompa el hielo, acorte distancias y mantenga unidos los corazones; existen una y mil más razones para vivir al máximo una relación; sobre todo cuando la sentimos pura y verdadera, porque no se encuentra en cualquier rincón; no quiero acostumbrarme a tenerla, es mejor sentirme privilegiada y así valore cada instante que estás cerca y añoré tu presencia en tus ausencias, me las ingenie de mil formas para demostrarte el sentimiento que abraza mi corazón; no quiero suponer ni acostumbrarme a que simplemente lo sabes, quiero que lo sientas cada día como un don y así mismo quiero vivirlo yo; por eso, si algo significa esta relación, no dejes que me acostumbre a nada, quiero extrañarte, añorarte, contemplarte, disfrutarte, tener esa capacidad de asombrarme con aquello tan sublime y sagrado que valoro como regalo del mismo Dios.

1 de febrero de 2011

La botella vacía

Esta es la historia de una botella desechable, que se encontraba vacía, en medio de un patio de descanso escolar… era como sentirse abandonada a su suerte, sin poder dirigirse por sí misma al lugar donde debía llegar “el caneco de basura”… era lo ideal, porque de este modo contribuiría a la limpieza del lugar, a correr mejor suerte, siendo reciclada y pudiéndose reutilizar… pero que necesitaba? Qué alguien por instinto, por orden, sensibilidad o educación; o tal vez egoístamente, queriendo evitarse así mismo un accidente, se tomara el esfuerzo de inclinarse, tomarla y dejarla libre tan solo a 5 pasos más adelante donde se encontraba la caneca que indicaba que era el lugar ideal que nuestra querida botellita añoraba…

Desde mi sitio algo lejano, pero preciso para contemplar y reflexionar en tal escena, solo quise analizar antes de levantarme y hacerlo por mi misma… me asombraba ver como muchos la evadían, levantaban el pie casi mágicamente sin ver, para no tropezar y caer, eran tan indiferentes, que hasta llegué a pensar que la botella era tan solo una visión de mi loca mente; pero su lamento al ser pateada era real, otros hasta se gozaban y remataban con una patada más… pero nadie se dignaba a recogerla y dejarla en su lugar.

No puedo decir exactamente cuántos pasaron, pero más del 90% ni la miraron, los otros quizás solo veían, por instinto o porque esta imagen se les aparecía, pero a nadie le inspiró nada, ni siquiera fastidio por ser como basura en medio de tal sitio por el que tanto han de transitar.

Se acabó el descanso y cada uno se dirigió a su sitio, la botellita quedó abandonada en la mitad, después de recibir golpes, de ser ignorada, burlada, decidí recogerla ya maltratada, y la deposité donde debería estar…
Con todo esto, pensé… cuántas personas se sentirán así, solas y abandonadas a su suerte, viendo a tanta gente que pasa por su lado, sin darse cuenta de lo que añora, necesita y siente… cuántas veces, somos ciegos e indiferentes, y nos llevamos por delante la fragilidad de otros, que son juzgados, ignorados, criticados, discriminados, y nadie decide hacer algo, simplemente lo evitamos como si no nos diéramos cuenta de lo que está pasando para evitarnos esfuerzos y no comprometernos, simplemente dejar que otro actué y haga aquello que no nos interesa hacerlo, porque no nos toca, porque no fuimos quien ocasionamos el mal, porque quizás pensamos que es mejor acomodarse o evitar, y hasta tal vez hacemos realidad aquello que dice al caído ignorarle o caerle… pero que al final todo te de igual, porque nadie sabe lo que el otro siente.

¿Y tu en qué lugar estás? …

a unique obsession